Desde el 2 de diciembre de 2015, una placa colocada sobre la calle Matienzo, entre Mitre y Diego de Villaroel, en la localidad de Famaillá, en el sur de Tucumán, indica que se trata de un Lugar Histórico Nacional, y que allí está el Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos “La Escuelita de Famaillá”.
En este lugar funcionó el primer centro clandestino de detención del país, tal como lo reconoció la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando dejó inaugurado lo que ya había establecido mediante el decreto 2243/15. En el acto, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación -a través de la Dirección Nacional de Sitios de Memoria- y los Ministerios de Educación de la Nación y de la provincia de Tucumán, la Secretaría de Derechos Humanos provincial, el Municipio y La Mesa de Consenso, descubrieron la placa que dice que “La Escuelita de Famaillá” es un lugar para honrar la memoria.

Pero el proceso para llegar a esa instancia comenzó mucho antes y fue el producto del trabajo militante de sobrevivientes del terrorismo de Estado y de personas y organizaciones comprometidas con la promoción de los derechos humanos, que pusieron el cuerpo y la voluntad cuando, donde hoy hay un Espacio para la Memoria, todavía funcionaba la escuela primaria Diego de Rojas.
“Durante 2004 y 2005, con Estela Asaff –entonces Directora de Protección de Derechos Humanos, de la Secretaría de Tucumán– fuimos periódicamente a Famaillá, Santa Lucía, Monteros, Río Chico, Sargento Moya, Capitán Cáceres, San Pablo, Lules, Simoca”, cuenta Silvia Sandoval, militante de Derechos Humanos e integrante del Área Memoria y Reparación, de la Secretaría de Estado de Derechos Humanos de Tucumán.
Los primeros tiempos, las visitas estuvieron destinadas a informar, asesorar y tramitar formularios de Leyes de Reparación, mediante las cuales la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación había empezado a indemnizar a las víctimas del terrorismo de Estado. También, a pedido de sobrevivientes y familiares se empezaron a hacer reuniones para brindarles la posibilidad de comenzar a hablar sobre lo que les había sucedido. A partir de 2006, se sumó Alejandra Schwartz, con el trabajo con al Archivo Nacional de la Memoria (ex Conadep) en la toma de testimonios a sobrevivientes y familiares, en un espacio cedido por la Municipalidad de Famaillá.

“Desde entonces comenzamos a escuchar lo traumático que les significaba a sobrevivientes de Famaillá tener que llevar a sus hijos, y algunos, a sus nietos a la escuela en el mismo lugar donde fueron torturados”, explica Sandoval, que fue delegada provincial por Tucumán cuando se creó la Red Federal de Sitios de Memoria, en marzo de 2007 y que, -como psicóloga- integró el equipo de acompañamiento a testigos en los juicios por delitos de lesa humanidad.
Por esa época también empezó el trabajo del Grupo de Investigación sobre el Genocidio en Tucumán (GIGET), acerca de las características y consecuencias del genocidio perpetrado durante el Operativo Independencia y la dictadura militar, que se plasmó en el documental “Famaillá, historias de surcos y luchas”, el 2 de julio de 2011, producido por el GIGET, y que se presentó en el Bar Cóndor, frente a la plaza central de Famaillá.
Ese trabajo de entrevistas, relevamiento de historias e interpretación de lo ocurrido en el sur de Tucumán en años anteriores al golpe de Estado de marzo de 1976, partió de la premisa de que el genocidio “nos pasó a todos”, y no sólo a las víctimas de secuestros y torturas, dice Margarita Cruz, que estuvo secuestrada en “La Escuelita de Famaillá” y es una de las fundadoras del GIGET.

El 27 y 28 de octubre de 2006, se realiza el Primer Encuentro Nacional de la Red Federal de Sitios de Memoria, en San Miguel de Tucumán, con la participación de sobrevivientes del terrorismo de Estado y familiares de ex detenidos-desaparecidos del sur de las provincia. Pocos meses después -del 7 al 9 de febrero de 2007- las Primeras Jornadas de Memoria y Repudio al Operativo Independencia, en la Escuela de Comercio Ricardo Rojas de Famaillá; organizadas conjuntamente con el GIGET, H.I.J.O.S.-Tucumán y la Asociación de Prensa de Tucumán.
El encuentro culminó con la marcha “A 32 años del Operativo Independencia”, desde la plaza principal de Famaillá hasta la Escuelita, en la que estuvo presente Cecilia (Queca) Kofman, Madre de Plaza de Mayo, regional Santa Fe.
Entre mayo de 2007, cuando se creó el Área Memoria y Reparación de la Secretaría de Derechos Humanos y el junio de 2013, cuando se inauguró el nuevo edificio de la escuela Diego de Rojas, las instituciones del Estado y las organizaciones nucleadas en la Mesa de Consenso llevaron adelante encuentros, talleres y distintas actividades, con jóvenes y adultos, en Famaillá, Santa Lucía y Acheral, para promover la recuperación de la memoria, para el acompañamiento a sobrevivientes y familiares, para la asistencia a víctimas para el acceso a la Justicia.
“Con el tiempo se fueron sumando compañeros sobrevivientes, que aportaron su experiencia y sus ideas para poder recuperar el espacio, donde todavía funcionaba la escuela y donde los chicos iban a clases en un lugar de tanto horror”, relata Graciela Cortéz, integrante de la Mesa de Consenso, y que actualmente integra el equipo de trabajo del Espacio para la Memoria. “Hacíamos talleres en la plaza de Famaillá, en el Concejo Deliberante, en la Municipalidad, en Santa Lucía… Muchas veces la gente se acercaba para contar que conocía a alguien que había estado secuestrado o para contar su propia historia”, recuerda.
A partir de julio de 2010 comienza a participar Ana Radusky como delegada del Archivo Nacional de la Memoria en los Talleres y Encuentros por Red Federal de Sitios de Memoria y, desde 2011, se realizan talleres con sobrevivientes y familiares de desaparecidos de Famaillá, Santa Lucía, Acheral, Caspinchango y Lules, organizados con H.I.J.O.S. Tucumán.

El 23 de marzo de 2011, se coloca la piedra fundamental en el predio donde se construiría luego la escuela para traslado de la Diego de Rojas; con representación de los ministerios de Educación de Nación y de la Provincia, la Coordinadora Ejecutiva de la Red Federal de Sitios de Memoria, Judith Said, y Organismos de Derechos Humanos.
La constitución de la Comisión por la Memoria del Sur Tucumano respondió a la necesidad de definir la conformación del Sitio de Memoria en “La Escuelita de Famaillá”; y estableció como principio que debía ser una construcción colectiva.
De esos talleres y reuniones de la Comisión por la Memoria del Sur Tucumano empezaron a participar también jóvenes de Famaillá, como el Movimiento Cultura Activa; y se sumaron otros Organismos de Derechos Humanos como APDH y FadeTuc.
Silvia Sandoval lo recuerda así: “Comienza a consolidarse la Mesa de Consenso, a la que en 2012 se irán acercando otras y otros militantes de Derechos Humanos; cuyas primeras propuestas eran: construir un Espacio de Memoria que sirva de reflexión a las nuevas generaciones para formar un país con justicia social. Se propuso también cambiar el nombre de la escuela por el de Isauro Arancibia, realizar un homenaje a Hilda Guerrero, contar los hechos sucedidos en el ex CCD “La Escuelita de Famaillá” y establecer un relato de las luchas históricas de los pueblos y se estableció que tenga biblioteca, videoteca y archivo documental”.

El 1 de agosto de 2012 se inauguró la Señalización de la Escuelita de Famaillá, con los tres pilares de Memoria, Verdad y Justicia, colocados en la esquina de Matienzo y la ruta Interpueblos, que pasa por el ingenio La Fronterita.
El proyecto de señalización fue realizado por Natalia Ariñez, arquitecta y militante de H.I.J.O.S. y el arquitecto Javier Villafañe, y la realización se hizo gracias a una donación de la Agrupación H.I.J.O.S. Tucumán a la Comisión por la Memoria del Sur Tucumano. El acto se inició con una marcha desde la plaza principal de Famaillá, que fue encabezada por la Comisión por la Memoria del Sur Tucumano y acompañada por Organismos de Derechos Humanos del NOA, autoridades provinciales y nacionales.

La mano de Natalia no sólo estuvo en la realización de los pilares para la señalización, sino que fue, durante esos años, un motor de la recuperación del Espacio y el corazón de muchos de los proyectos que se desarrollaron después. El último día de su vida, el 17 de diciembre de 2016, lo pasó en “La Escuelita”, cuando estuvo a cargo de la actividad sobre Identidad, para la jornada de cierre del año.
La inauguración, en junio de 2013, del edificio para el traslado de la escuela Diego de Rojas, permitió iniciar una nueva etapa en la recuperación del sitio. Mediante acuerdos entre los estados Nacional y Provincial se creó el Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los Derechos Humanos “La Escuelita de Famaillá”, que permitieron que la Mesa de Consenso pudiera empezar a establecer criterios de cartelería, incluir información de los juicios, armado de equipos de promotores, con la participación de María Prince y Mercedes Depino, de parte de la Dirección Nacional de Sitios de Memoria.
Como Coordinadora del Espacio fue nombrada María Coronel, que está a cargo del Espacio en la actualidad, con el acompañamiento de equipos de trabajo en Educación, Comunicación, Centro Documental, Biblioteca y Administración. “Fue un largo camino, de mucha lucha, la recuperación del Espacio -dice Graciela Cortés, ella misma sobreviviente del terrorismo de Estado-. Se consiguió con el trabajo de muchxs compañerxs”.
En este proceso de recuperación del Espacio, hubo decisiones políticas sin las cuales no hubiese sido posible poner en marcha el area educativa, columna fundamental para el proyecto de promoción de los derechos humanos. Sobre todo, porque en los anteriores cuatro años no hubo una política de memoria. Ahora, hay un Estado que a través del ministerio de Educación, tanto de Nación como de Provincia, apuesta a profundizar el trabajo en los Espacios de Memoria.
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